Los festivales de música suben de escala y se convierten en un buen negocio corporativo
En muchos casos, los artistas no han cambiado, pero las economías sí. Bob Dylan, The Who, Neil Young, The Rolling Stones y Paul McCartney actuaron en festivales de los ‘60 y ‘70, que muchas veces eran gratuitos.
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Cuando comenzaron los festivales musicales, como Woodstock en Estados Unidos y el de la Isla de Wight y Glastonbury en Reino Unido, eran propuestas contraculturales inundadas de un espíritu hippie. Cuatro décadas más tarde, son una industria de miles de millones de dólares dominada por dos gigantescas compañías: Live Nation y AEG Live.
En muchos casos, los artistas no han cambiado, pero las economías sí. Bob Dylan, The Who, Neil Young, The Rolling Stones y Paul McCartney actuaron en festivales de los ‘60 y ‘70, que muchas veces eran gratuitos. En octubre, todos ellos estarán en el Coachella Valley Music & Arts Festival en Indio, California, que cobra US$ 399 por un ticket de tres días.
Coachella es producido por Goldenvoice, una división de AEG Live, propiedad del multimillonario Philip Anschutz. Según Billboard, vendió 198 mil entradas en 2015, reuniendo US$ 84,3 millones, un récord global para un festival. Los cuatro festivales de Estados Unidos que le siguen en audiencia son propiedad de Live Nation, que tiene una capitalización de mercado de US$ 4.600 millones, y Liberty Media, de John Malone, es su accionista principal.
Glastonbury, que espera recibir a 175 mil personas este fin de semana, se mantiene como un negocio independiente y familiar, pero es la excepción.
En la última década, Live Nation y AEG Live han adquirido docenas de festivales en todo el mundo: el primero compró Summer Sonic en Tokio y el Reading and Leeds en Reino Unido; el segundo, se hizo del Hangout Music Festival en Alabama el año pasado. Su modelo de negocios ha sido convertir propuestas de alto riesgo en negocios sostenibles y rentables. Con la capacidad de atraer a los artistas más grandes a escenarios lejanos, logran proveer a miles de personas con comida, instalaciones y seguridad durante varios días.
“No somos una empresa nueva que está descubriendo los festivales”, dice el director ejecutivo de Live Nation, Joe Berchtold. “Ha sido el eje de nuestro negocio de conciertos en los últimos diez a quince años”.
AEG Live no respondió las solicitudes de entrevistas.
El creciente dominio de estas dos empresas ha tenido consecuencias profundas para los artistas, los amantes de la música y los festivales independientes.
“Algunos preguntan si la corporativización es algo bueno o malo”, dice Chris Carey del Media Insight Consulting, un grupo de investigación. “La respuesta es: depende. En algunas maneras, la corporativización te hace más eficiente. Logras mejores posiciones de negociación. Puedes hacer acuerdos globales para el beneficio de eventos pequeños”.
Pero la consolidación también genera el riesgo de secar la creatividad del sector. Describiendo el impacto de Live Nation y AEG, un analista de la industria musical dijo: “El riesgo es que compren los festivales interesantes y los hagan menos interesantes”.
Ambas empresas han gastado gran parte de sus recursos en Estados Unidos, donde las audiencias y los promotores comenzaron a acercarse a los festivales en la década de 2000, mucho después de que los encuentros de fines de semana se establecieron en toda Europa.
Live Nation dijo que continuaría buscando adquisiciones, diciendo que sólo queda un “puñado” de objetivos interesantes en EEUU y Europa, pero que “Asia y Latinoamérica están particularmente maduros para más, en relación a lo que ya tienen”.
Paul Reed, administrador general de la Asociación de Festivales Independientes de Reino Unido (AIF), dice que AEG Live y Live Nation se están volviendo “más poderosos y más agresivos” en su adquisición de festivales más pequeños y atractivos.
Los promotores de festivales generan dinero en distintas maneras. Mientras gran parte de los ingresos de las ventas de tickets se va al sueldo de los artistas, los operadores impulsan sus márgenes de ganancias a través de las ventas online y el patrocinio corporativo. Berchtold dijo que 10% de los 63 millones de personas que fueron a conciertos de Live Nation lo hicieron en festivales de música. Las audiencias gastan más por persona que un concierto de un acto porque compran comida, bebida y otros productos en período de varios días.
Live Nation opera cerca de 70 festivales en todo el mundo. En 2014, compraron la mayoría de C3 Presents, que organiza festivales en EEUU incluidos Lollapalooza y Austin City Limits, por US$ 125 millones.
La empresa dijo que una de las razones principales para enfocarse en estos eventos que atraen a audiencias de millenials, que compran más experiencias que productos. Este giro ha atraído a patrocinadores corporativos intentando llegar a un grupo demográfico más joven, cuando éste pasa de ver televisión a las redes sociales. El British Summer Time Festival en el Hyde Park de Londres, de AEG Live, es patrocinado por Barclaycard. El Made in America de Live Nation, financiado por el rapero Jay Z en 2012 en Filadelfia, es patrocinado por Budweiser.
El grupo de consultorías IEG calcula que el gasto en patrocinio de música en Norteamérica ha aumentado de US$ 1.090 millones en 2010 a US$1.340 millones en 2014. Coca-Cola, Anheuser-Busch InBev y PepsiCo están entre los patrocinadores más prolíficos de festivales. “Apuntamos a ganar los corazones y las mentes de una nueva generación de consumidores: adultos jóvenes de edad legal para beber”, dijo Anheuser-Busch InBev.
Live Nation y AEG Live también han levantado el estándar para los festivales, incrementando los pagos a los artistas y rodeando sus conciertos con eventos “de experiencia”, que incluyen más entretenimiento, como comediantes, teatro y arte. Melvyn Benn, promotor detrás de Reading and Leeds, dijo en 2014 que había visto los cobros de los artistas principales aumentar 400% en diez años.
La encuesta de audiencias de la AIF en 2015 encontró que el 54% de las personas que van a festivales miran primero el carácter del festival cuando compran una entrada, mientras el 7,7% deciden ir basándose en los actos principales.